Debate 3 - Mate Vs. Café

Estimados seguidores de este antro debateril, hoy les presentamos en nuestra tercer agarrada, la ponencia de dos de nuestros queridos y nunca tan bien ponderados discutidores profesionales. En este caso, desde tierras montevideanas camorreará el Pelado y desde los pagos sanduceros la Sra. Natu.

La temática que se plantea parece sencilla a simple vista: ¿café o mate? ¿mate o café? Cuál es la mejor infusión? ¿ehhhh? Dígannos de una buena vez, que queremos saber!!

Si les ha picado el mangangá del debate o si se les ha subido la mostaza y andan con ganas de retrucar lo que sea, ya saben que pueden desafiar a cualquiera de los personajes que pululan por acá, y en un santiamén estarán debatiendo a lo loco, que es la única manera de debatir que conocemos. Si quieren saber más de todo esto, vayansen a las instrucciones .

Para aclarar entonces: a favor del café debatirá el Pelado, y a favor del mate lo hará Natu.

Adelante mis debatientes amigos!!!
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Café

¡Ah, el aroma del café recién preparado!

Incomparable. Inconfundible. Unico.

En tiempos inmemoriales, un pastor etíope de la provincia de Kaffa notó que sus cabras parecían más activas luego de comer de ciertos arbustos. Y a partir de allí todo cambió.

Hoy por hoy, se cosechan millones de toneladas anuales de café. El producto es motor de las economías de varios países, genera miles de empleos por sí solo, dinamiza el comercio y está presente en todo el mundo.

¿Por qué? ¡Porque es fabuloso!

Hacia el año 1600, el café fue introducido en Europa por los mercaderes venecianos. Como sucedió con todas las cosas buenas de la vida, la Iglesia estaba pronta para prohibirlo, pues se trataba de una bebida popular en el mundo árabe y temían que la costumbre "infiel" de su consumo se extendiera.

Pero el café derrotó al papado. Cuando Clemente VIII lo probó, tuvo que rendirse ante la evidencia: decidió bautizar simbólicamente el producto y declaró públicamente que "sería una lástima que tan excelente bebida sirviera sólo para placer de los infieles". Punto para el café.

Así nacieron los comercios donde se consumía la bebida: los cafés o cafeterías. Y se convirtieron en lugares donde nacieron las ideas liberales, debido a que eran permanentemente visitados por letrados, literatos y filósofos, además de ciudadanos comunes y corrientes que departían con ellos mientras tomaban unos ricos cafecitos.

Es que a los déspotas nunca les gustaron las cafeterías: el rey Carlos II de Inglaterra intentó cerrarlas en 1676, argumentando que eran lugares de agitación y propaganda de ideas subversivas. ¿Y qué pasó? Las protestas fueron tantas y de tal calibre que se vio obligado a dar marcha atrás con la prohibición. Y las cafeterías llegaron a ser dos mil en Inglaterra para el año 1700. Punto para el café.

Para el resto de Europa, la popularidad de la bebida creció de la misma manera. A mediados del siglo XVIII, todas las ciudades europeas tenían cafés. Y en algunas de ellas, como París o Viena, nunca más sería posible concebirlas sin esos bellos establecimientos, donde se hacía la pausa amable para intercambiar ideas y disfrutar de la vida.

América no sería ajena a esta expansión. La primer cafetería americana abriría en Boston. Y hasta la independencia de Estados Unidos comenzaría en una cafetería, donde se planeó la famosa acción en protesta contra los impuestos a las colonias.

Luego, Colombia y Brasil tendrían en el café un producto emblemático, considerado de altísima calidad hasta hoy en día.

(Sólo en Brasil, alrededor de 300.000 agricultores viven del café y son unos 3 millones el número de empleos en el sector).

En nuestro país es toda una tradición también. Montevideo supo tener cientos de cafés, algunos de ellos que pasarían a la historia, como el fabuloso Sorocabana, donde literatos, artistas y personalidades de la cultura se reunían a intercambiar ideas, donde muchos poemas y teorías surgieron escritos en una servilleta, donde hasta algún presidente hacía la pausa tomando un delicioso cafecito y saludando a los parroquianos como uno más.

Porque estos establecimientos nivelaron y democratizaron la vida en un Uruguay donde nadie se creía más que nadie: simplemente, podía suceder que Onetti, Quijano y el presidente Luis Batlle estuvieran tomando un cafecito sin apuro, al tiempo que se mezclaban las ruedas de estudiantes, los empleados que hacían una pausa, los amigos que charlaban de fútbol y los teóricos que se esforzaban por arreglar el mundo (que ya por entonces no tenía arreglo). Mil puntos para el café.

Puesto que esto es un debate, debiera referirme aquí al contrincante: el mate. Y de preferencia, debiera hacerlo en forma despectiva. Pero, nobleza obliga, mi innata caballerosidad me impide tomar ventaja de una dama. Y me ha tocado debatir con una.

Además, ¿qué podría yo decirles que ustedes ya no sepan? Veamos.

Se supone que el mate es poco menos que una fabulosa experiencia grupal. Y debe serlo: para los bacilos, claro!!!

Vaya a saber uno cuántas enfermedades y porquerías se habrán transmitido por medio de semejante costumbre bizarra.

Es más: en cualquier momento sale a la venta el "Raid anti-contagio matero", cosa que realmente haría falta, porque eso de andar compartiendo saliva y succión en forma comunitaria, es más propio de película porno que de infusión.

Y encima, no hay acuerdo entre los "materos". Jamás. Cada uno pasa por ser el único que sabe cómo tomar mate. Que no le hagas un pozo. Que no tapes la bombilla. Que le eches un chorrito de agua fría al termo. Que mejor no le eches nada.

Los que lo toman amargo se ríen de los que lo toman dulce. Los que toman tal marca dicen que tal otra les da acidez. Y que la otra marca trae muchos palitos. Y que los pone nerviosos. Y que por qué no le ponemos una cáscara de naranja. O tilo. O cedrón. O carqueja. O cualquier cosa que encuentren en el piso, por lo visto. ¡Vaya porquería!

Pero aún suponiendo que se pusieran de acuerdo, queda aún por debatir otro punto: la mugre que hacen por todas partes vaciando el mate. Por las aceras, por las calles, por las plazas, por los parques, por los campings, por las playas: mugre y más mugre por todos lados, hasta que todos quedemos cubiertos de roña verde de yerba lavada, en un asqueroso futuro apocalíptico. PUAJ !!!!

Todavía, de puro atrevidos, dos por tres salen con una irritante excusa inventada: ¡que tirar esa mugre le hace bien a las plantas! Y lo dicen serios, sin que se les mueva un músculo de la cara. Ah, los muy falsos!!!! Ya verán como terminamos, entre el humo de las fábricas, el pedorreo de las vacas y la yerba putrefacta cubriéndolo todo.

Es como si viera a Charlton Heston en el final de "El planeta de los simios", maldiciendo por la civilización destruída y contemplando los restos de la estatua de la Libertad.....cubierta de un apestoso musgo verde de restos de yerba.

En fin, que no quiero ni pensarlo.

Mejor volvamos al café y su versatilidad, a su presencia en postres, helados, licores y mil delicias más. A su contribución sana por la unión de los hombres. Y deleitémonos imaginando cuántas amistades y cúantos amores habrán surgido precedidos de una simple frase:

¿Vamos a tomar un café?

Cierren los ojos, imaginen el aroma de un rico cafecito recién preparado....y voten por el Pelado!!!!!

Pelado

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Mate

La Gerencia General de Debates Paradójicos tuvo el agrado de invitarnos al Sr. Pelado y a Muá, a valga la redundancia iniciar un debate sobre: MATE VS. CAFÉ.

No quiero deprimir a nadie pero en principio irónicamente en el titulo se pone por delante al mate, elemento imprescindible si los hay, avizorando quizás (seguramente, esta clarito), mi ansiado triunfo por encima del café, bebida preferentemente tomada en invierno.

Resumiendo un poco la vasta y rica historia sobre el susodicho, diré que sus origen no es Uruguayo pero mucho menos Argentino, es…Guaraní. Los Indios lo traían para consumo propio y comercialización en Buenos Aires. Asunción fue el auge de la yerba mate consumida por toda clase social. Esto evidentemente trajo la explotación de los indios esclavos, quienes cultivaban los yerbatales. Después fue el mala onda de Hernandarias, e incluso la Iglesia, quienes se oponían a la degustación de tan sabroso “porongo” acotando pavadas tales como que fomentaba los vicios, la haraganés y tentaba al demonio(claro está todavía no existían los video juegos, ni Rial y menos Gran Hermano).

Pese a esto, la gente la gente continuó con el hábito y así fue extendiéndose a distintos lugares del mundo, para luego Uruguay ser el país selecto del buen mate (y esto lo digo yo sin trabajar en la Universidad de Massachussets ni nada). Si quieren interiorizarse sobre este interesante tema les recomiendo entrar aquí.

Pero vamos a lo que realmente interesa, que es el mate uruguayo, el mate como parte de nuestra identidad, como esencia. Ese elemento que nos acompaña en paseos, trabajo, o estudio. Uno va de excursión y que lleva? el vaso de café? No. El mate. Uno sale de caminata y que apronta? La jarra de la cafetera abajo del brazo?!No señor, termo y mate. Y mi teoría es afirmada por dichos populares repletos de sabiduría como: “Donde hay hambre, no hay Canarias”, “Un buen mate es un tesoro, cada sorbo un pan de oro” y “Va en gusto dijo una vieja y tomaba mate en plato”.



Finalizo mis argumentos que reivindican las propiedades del mate, y veremos que se trae mi contrincante Sr Pelado para dar camorra al debate. Voten x mí y suerte a mi rival (la vas a necesitar bua..ja..ja).

Natu

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Bueno, ahora jugátela. Votá la defensa que más te haya convencido aunque no tomes mate ni café, no seas zoquete!!!! La votación encontrará su triste cierre el jueves 20 de noviembre, así que metele y votá!!

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